First They Killed My Father - Cambodia

First They Killed My Father. Increíble libro. Terrible historia real del régimen comunista y genocidio en Cambodia por parte del Khmer Rouge en los 70s. 100% recomendable para entender y conocer un poco más la inmensa estupidez, egoísmo y maldad que puede tener un humano. Y más si visitan este país del sudeste asiático, como nosotros lo hicimos en el verano de 2014.

Como parte de nuestra aventura de 40 días por Asia, llegamos muy entusiasmados a Cambodia para conocer Siem Reap y sus templos como Angkor Wat y Bayon, pero también para ver los estragos del régimen de Pol Pot, el líder lunático del Khmer Rouge. Y no lo hacíamos por morbo, sino simplemente para conocer un poco del impacto en su cultura, en la tierra y en los templos, y de todo el mal que le hizo a este país.
Sin entrar en detalles, porque para eso pueden leer el libro que referencio arriba o googlear un poco de su historia, la guerrilla de Cambodia o Kampuchea, lideró una guerra civil que en solo cinco años logró acabar con todos los recursos del país, ahuyentó a toda la fauna incluyendo elefantes, monos, y cualquier otro tipo de animal, creó cientos de miles de refugiados o desplazados, gente hambrienta, mutilados, muertos y en el mejor de los casos separados de sus familias. Y todo por un loco con visiones nacionalistas enfermas.

En su intento de crear un país auto-sustentable, sin influencias extranjeras, y con un modelo comunista que reviviera las prácticas de comercio y agricultura ancestrales, así como la industria local, el gobierno acabó con el país de forma sistemática. Y lo curioso es que aunque la revolución duró solo cuatro años, el régimen tuvo poder e influencia hasta finales de los 90s, cuando por fin fueron juzgados por crímenes contra la humanidad. Más curioso aún, es que aunque estaban bien documentados todos los crímenes perpetrados por el gobierno, tanto la ONU como muchos países lo apoyaban. O al menos no lo condenaban.

¿Pero cómo influenció esto nuestro viaje? Llegamos con la idea de conocer los templos tan famosos de Siem Reap, pero también queríamos saber más sobre la historia del país contada por los que la habían vivido. Pero lo que vimos fue una falta de educación y memoria de todo lo que había sucedido - al menos entre los más jóvenes. Escuchamos que, aunque sí conocían lo que habían vivido las generaciones anteriores, ellos solo se preocupaban por el hoy y el mañana. Que voy a comer hoy y mañana. Síntoma común entre gente que desafortunadamente solo ha conocido la pobreza y que no ha tenido acceso a educación. En el mejor de los casos, como el que vimos nosotros, es que nuestro guía quería tener un negocio de tours locales para vivir un poco mejor que el promedio.
Y esto fue claro cuando hicimos un viaje en bote por un río a una aldea flotante. El río era pura contaminación, y eso era claro por todas las algas y plantas que flotaban sobre él. Sin embargo, cuando preguntamos sobre esto, dijeron que era algo bueno, que las plantas daban nutrientes a los pocos y pequeños peces que nadaban entre ellas. Vimos como gente se bañaba o lavaba ropa y trastes en él, lo que reflejaba una completa falta de entendimiento de cómo las plantas son síntoma de enfermedad y que consumen en vez de proveer nutrientes.

Pero, ¿qué se puede esperar donde las escuelas literalmente se convirtieron en cárceles, donde obligaron a la gente a abandonar sus casas de un momento a otro, donde vivieron violencia irreal y que se deshumanizó a una nación entera?
Eso nos lo contestaron en Phnom Phem, la ciudad donde nos hemos sentido más inseguros en nuestros viajes y donde literal no hay nada que hacer ni que ver, más que el hogar donde irónicamente vive la realeza 100% apartada de la realidad del país en su palacio nacional. Phnom Phem es un lugar que no le recomiendo visitar a nadie, ni aunque sea de paso, porque lo único que van a encontrar es pobreza absoluta en una ciudad que no ha cambiado desde 1970, que se está cayendo a pedazos y donde solo se encuentran trazos del régimen comunista.

Probablemente lo que sí vale la pena visitar para aprender y recordar el genocidio son la antiguas cárceles y Choeung Ek, que es uno de los campos de concentración donde mataban a los oponentes del régimen o a los que era considerados indeseables, y que hoy funciona como museo. Hay que visitarlo para conocer más de su pasado, sobre la gente que pasó por ahí, además para sensibilizarnos un poco a estos actos y demostrar empatía por los demás, y para ver su monumento más importante, una pagoda llena de cráneos humanos.

A lo mejor la ciudad ha cambiado desde que la visitamos, espero que sí, y a lo mejor hay formas de pasarla bien en ella, pero nuestra experiencia en Phnom Phen fue todo lo contrario a la visita a Siem Reap, donde disfrutamos las visitas a los templos, la naturaleza y cultura local. Pero de eso les cuento otro día.

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