Singapore de Pisa y Corre


Cuando viajamos por el sudeste asiático, nuestra primer parada después de visitar Japón fue Singapur. Y lo que más recuerdo de esta ciudad es ¡el aire acondicionado congelado del metro! Literal me enfermé por los bruscos cambios de temperatura, pasando de treinta y tantos grados en la calle a unos quince en los vagones del metro.

Pero no es lo único que recuerdo, obviamente, sino también todos los edificios mega modernos con vistas impresionantes, y además la cultura de trabajo mega estricta. Si recuerdan otros posts, además de mi primera visita a Singapur como turista, trabajé con personas de Singapore y en algún momento regresé a este pequeño país / ciudad por una reunión de trabajo de una hora.

Por lo mismo, en este post corto haré una mezcla de todo lo que aprendí de esta mezcla de cultura china, malay, e india que viven sin mezclarse y siguiendo rigurosas reglas para fomentar el crecimiento ordenado, cueste lo que cueste. Literal, porque tanta regla les ha costado tener muchos problemas sociales a cambio de tener una de las principales economías del mundo y gran desarrollo tecnológico, académico y empresarial.

Los edificios y el orden son increíbles. Los famosos jardines verticales artificiales, el Marina Bay Sands y el ArtScience Museum son los más reconocidos de este país, además del aeropuerto de Changi, el mejor calificado del mundo (casi tan bueno como el propuesto en Santa Lucía). El caso es que llegamos a su gran aeropuerto, y nos fuimos directo al hotel a dejar nuestras maletas, tomando el metro y luego caminando como siempre. Pero fue el más grave error de nuestra vida. Recorrimos kilómetros con un sol tropical arrastrando nuestras maletas, aún con algo de jet lag, y con muchísima humedad, hasta que porfin llegamos a nuestro destino, no sin antes perdernos en el camino.

Ya con lugar donde dormir, nos fuimos a pasear en lo que fue uno de los viajes más insípidos que hemos hecho, sin mucha cultura ni naturaleza que absorber, y solo con vistas de grandes edificios de metal y vidrio por todos lados. Solamente en Little India tuvimos el primer encuentro en nuestra vida con un templo hindú que nos llamó muchísimo la atención por las diferencias obvias con templos occidentales y del lejano oriente, además de que Cinthya estaba fascinada por tener que quitarse hasta los calcetines para poder entrar al templo. Es algo que ha tenido que hacer en otras ocasiones, y es muy cómico verla caminar en sus talones para evitar tocar el piso de los templos.

En Singapur estuvimos solo un par de días, porque el plan era que fuera nuestra entrada al sudeste asiático, y cumplió muy bien su misión. No hicimos muchas de las cosas recomendadas, que son ir al casino, al mall y a la alberca lujosa del Marina Bay. En los dos días que estuvimos ahí, preferimos perdernos en la ciudad, tomar un drink desde la cima de un rascacielos con la vista de la ciudad y otro junto a la marina donde se reunían expats ricachones, además de comer en el mercado local, que es tan bueno que incluso tiene un puesto con estrella Michelin

Nunca pensé que regresaría por literalmente una sola reunión de trabajo años después, ni que trabajaría con tanta gente de Singapur, incluyendo personas super comunes y corrientes como nosotros, hasta los ricos de película que presumen sus Ferraris y que son nefastos con el mundo. #truestory

Y así de rápido se nos pasó esta escala que dio inicio a otros treinta y tantos días en el sudeste asiático. Pero de eso ya les he contado algo, y seguiremos el trayecto en Tailandia.

Ahí nos vemos.

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