Sequoia y Yosemite... Tierra de Gigantes... Parte 2
Ya les hablé de la segunda cosa más impresionante del viaje a California. Si no saben cual es, vayan aquí. Ahora toca hablar de lo más impresionante. Las rocas gigantes. Eso es lo que abunda en Yosemite National Park. Rocas inmensas al estilo de la Peña de Bernal pero en grande, o los famosos boulders que son como canicotas de varias toneladas y del tamaño de una camioneta grande a la mitad de la nada. Cinthya es medio dramática y se imaginaba como esas rocas nos perseguían al estilo de Indiana Jones mientras manejábamos o mientras hikeabamos en uno de los trails de 4 millas que recorrimos.
Y es que hacía falta recorrer esos trails para tener la vista completa del Yosemite Valley y del Half Dome, pasando por el muy bien nombrado Panoramic View Trail para ver desde arriba y abajo las postales impresionantes. También hacía falta caminar por esos largos senderos para alejarnos de los cientos de turistas que solo se iban a tomar una foto, algunos saltándose las vallas que están puestas para no dañar el risco ni para que se caigan al abismo. Ojalá se resbalaran más de ellos, ¿no? #sacrificiohumano #elgrinch
Anyway, hablando de las caídas al abismo, al final de uno de los trails llegamos a ver de frente la Nevada Fall, que es una cascada que de lejos se ve pequeñita comparada con el Half Dome, pero que teniéndola de frente es inmensa. De hecho es ¡la cuarta cascada más alta de los USA! Frente a esta cascada nos sentamos a la orilla del abismo sobre una roca y debajo de un árbol que nos protegía de los treinta y tantos grados de temperatura, mientras veíamos incrédulos a unos chavorrucos que literal se asomaban hacia abajo de la montaña desde la orilla. Mientras tanto Cinthya y yo nos retorcíamos de la ansiedad y de lo que Cinthya describe como cosquillas en el... estómago.
Después de recorrer dos millas de bajada para llegar a ese mirador, era hora de regresar al punto de salida donde nos habíamos estacionado. Caminando de subida bajo el sol y sin agua. Un poco pesado pero padrísimo el camino. Teníamos planeado ir al Yosemite Valley por la tarde, pero miles de otros turistas nos copiaron la idea , por lo que incluso dentro del bosque no escapamos del tráfico californiano por 40 minutos, y cuando lo pudimos dejar atrás decidimos encaminarnos a Hetch Hetchy.
¿Qué es Hetch Hetchy? Aunque es lindo, no es un lugar super conocido ni con una vista tan impresionante como la del Half Dome, pero sí es curioso como representa la cultura americana (en lo bueno y de cierta manera en lo malo). Lo bueno es como la gente va a acampar ahí, a la mitad de la nada, respetando la naturaleza y paseando junto a una presa increíble de principios de los 1900s que es toda una obra de ingeniería fantástica, y que además es extremadamente limpia. Hay poco letreros que prohíben incluso tocar de cualquier manera el agua porque es la que alimenta a San Francisco, y la gente realmente los respeta. Ni de juego, ni con un palito como a los poblanos, ni tirando basura ni nada. Ya me imagino lo mismo en México pero lleno de botes con fugas de gasolina, con garnachas y borrachos sin importar que sea el agua para beber de toda una ciudad. Igual a lo que vimos en la presa del Oro en Michoacán en fin de año de 2018.
Lo malo, por otro lado, es que hay unos grupos inmobiliarios que literal quieren secar la presa para poder construir atracciones turísticas y desarrollos habitacionales y comerciales. Llevan bastante tiempo haciendo lobbying para que esto suceda, y no me sorprendería que lo logren en unos años. Igual y solo una pandemia los detiene, o al menos los retrasa. Super triste la poca visión y egoísmo humano al que podemos llegar, ¿no creen?
Y como todos los viajes tienen que terminar, recorrimos las angostas carreteras del parque nacional para subir y bajar por caminos serpenteantes, cruzamos rectas largas entre los campos de tomates y naranjas, y finalmente llegamos a Modesto, el lugar donde nada pasa, y del que les había hablado aquí. De ahí nuestro siguiente destino era San Francisco, pero de eso les cuento otro día.
Y es que hacía falta recorrer esos trails para tener la vista completa del Yosemite Valley y del Half Dome, pasando por el muy bien nombrado Panoramic View Trail para ver desde arriba y abajo las postales impresionantes. También hacía falta caminar por esos largos senderos para alejarnos de los cientos de turistas que solo se iban a tomar una foto, algunos saltándose las vallas que están puestas para no dañar el risco ni para que se caigan al abismo. Ojalá se resbalaran más de ellos, ¿no? #sacrificiohumano #elgrinch
Anyway, hablando de las caídas al abismo, al final de uno de los trails llegamos a ver de frente la Nevada Fall, que es una cascada que de lejos se ve pequeñita comparada con el Half Dome, pero que teniéndola de frente es inmensa. De hecho es ¡la cuarta cascada más alta de los USA! Frente a esta cascada nos sentamos a la orilla del abismo sobre una roca y debajo de un árbol que nos protegía de los treinta y tantos grados de temperatura, mientras veíamos incrédulos a unos chavorrucos que literal se asomaban hacia abajo de la montaña desde la orilla. Mientras tanto Cinthya y yo nos retorcíamos de la ansiedad y de lo que Cinthya describe como cosquillas en el... estómago.
Después de recorrer dos millas de bajada para llegar a ese mirador, era hora de regresar al punto de salida donde nos habíamos estacionado. Caminando de subida bajo el sol y sin agua. Un poco pesado pero padrísimo el camino. Teníamos planeado ir al Yosemite Valley por la tarde, pero miles de otros turistas nos copiaron la idea , por lo que incluso dentro del bosque no escapamos del tráfico californiano por 40 minutos, y cuando lo pudimos dejar atrás decidimos encaminarnos a Hetch Hetchy.
¿Qué es Hetch Hetchy? Aunque es lindo, no es un lugar super conocido ni con una vista tan impresionante como la del Half Dome, pero sí es curioso como representa la cultura americana (en lo bueno y de cierta manera en lo malo). Lo bueno es como la gente va a acampar ahí, a la mitad de la nada, respetando la naturaleza y paseando junto a una presa increíble de principios de los 1900s que es toda una obra de ingeniería fantástica, y que además es extremadamente limpia. Hay poco letreros que prohíben incluso tocar de cualquier manera el agua porque es la que alimenta a San Francisco, y la gente realmente los respeta. Ni de juego, ni con un palito como a los poblanos, ni tirando basura ni nada. Ya me imagino lo mismo en México pero lleno de botes con fugas de gasolina, con garnachas y borrachos sin importar que sea el agua para beber de toda una ciudad. Igual a lo que vimos en la presa del Oro en Michoacán en fin de año de 2018.
Lo malo, por otro lado, es que hay unos grupos inmobiliarios que literal quieren secar la presa para poder construir atracciones turísticas y desarrollos habitacionales y comerciales. Llevan bastante tiempo haciendo lobbying para que esto suceda, y no me sorprendería que lo logren en unos años. Igual y solo una pandemia los detiene, o al menos los retrasa. Super triste la poca visión y egoísmo humano al que podemos llegar, ¿no creen?
Y como todos los viajes tienen que terminar, recorrimos las angostas carreteras del parque nacional para subir y bajar por caminos serpenteantes, cruzamos rectas largas entre los campos de tomates y naranjas, y finalmente llegamos a Modesto, el lugar donde nada pasa, y del que les había hablado aquí. De ahí nuestro siguiente destino era San Francisco, pero de eso les cuento otro día.
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