Cherry Blossom

Algo que hemos aprendido al vivir en ciudades donde la diferencia de las estaciones del año son más marcadas que en México, es a esperar que llegue la primavera y el verano para aprovechar todos sus fines de semana. Y en DC, el primer gran fin de semana que marca el cambio de estación es el cherry blossom, o cuando florecen los cerezos.

Es más o menos similar al florecer de las jacarandas del DF, pero aquí es más marcado su ciclo, ya que los arboles y la ciudad y los suburbios se transforman después de un invierno gris con nieve y sin señales de vida, para dar un espectáculo de colores y aromas. Otra gran diferencia es que existen innumerables tipos y tonos de flores de los cerezos, por lo que se encuentran árboles blancos, de un rosa claros u obscuros o hasta amarillos, de pétalos pequeños, grandes, alargados o redondos, con flores que crecen en la orilla de las ramas o sobre el mismo tronco del árbol.

Anyway, a finales del invierno de 2018-19, estuvimos revisando los calendarios y cazando los arboles de la ciudad para ver el espectáculo del cherry blossom. Nos suscribimos a las diferentes páginas de eventos de Facebook para ver cuando iban a realizar actividades relacionadas a este show y, finalmente con el cambio de estación, fijamos un sábado cualquiera para lanzarnos con nuestra amiga Maribel al National Mall para disfrutar del sol y de estos árboles con otros miles de turistas locales, nacionales e internacionales. Es impresionante la cantidad de gente que se da la vuelta para ver los árboles, y se estiman que visitan la ciudad hasta ¡un millón y medio de personas repartidos en tres o cuatro semanas!
La vista del National Mall es la que atrae más gente, pero en realidad los árboles, algunos por diseño y otros por polinización natural, se encuentran por diferentes lugares de la zona conurbada. Hay algunos que simplemente adornan las entradas de casas o centros comerciales, otros delinean banquetas y caminos con 20 o treinta cherries, muchos otros están esparcidos al azar en bosques o junto a las carreteras, pero los más impresionantes, como ya había dicho, son los que encapsulan al National Mall.

Similar a lo que sucedió en México con las jacarandas, en 1912 el gobierno de Tokio regaló aproximadamente ocho mil cerezos a Estados Unidos como muestra de su amistad. De esos ocho mil, unos dos mil fueron quemados al llegar al país porque estaban infestados de plagas. Sin embargo, las condiciones para que crecieran y florecieran cada año era similares a las de Japón, por lo que no hubo problema con los que sobrevivieron. Una gran diferencia con los de Japón es que estos cerezos no producen frutas, sino que se limitan a florecer y cambiar a hojas después de su periodo natural de vida.

Y en un abrir y cerrar de ojos de sólo cuatro semanas se termina un espectáculo que se ha repetido desde hace más de cien años, y que ya forma parte de la cultura y de la vida americana, con paseos y festivales de música, arte, comida y más tenga que ver con cerezos. Lástima que este año nos limitamos a ver los cherries de nuestro neighborhood gracias al infame COVID. De igual manera lo disfrutamos mucho, y ahora a esperar otro año.

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