Japón Ancestral
Santuarios y templos budistas. Incienso, dragones y toriis rojos. Omikuji, o papelitos de la fortuna enrollados y atados a los templos. Pagodas. Bosques de bamboo y montañas sagradas. Eso y mucho más son parte del Japón ancestral. Del Japón que está lleno de supersticiones y contradicciones. Del que invita ser parte de él, pero que expulsa a todo lo extraño.
Y que maravilloso es.
Este camino tiene unos 32 mil templos o altares, por lo que siempre hay algo que ver y, curiosamente, el templo principal está en la entrada, y no en la cima como se esperaría normalmente. Eso no significa que se pueda saltar el recorrido. Sería pecado.
Si quieren conocer un poco más de este paseo imperdible, aquí pueden encontrar un poco más de información.
¿Y a qué o a quién está dedicado el templo y el recorrido? Al "dios" Inari, que es patrón o espíritu de ¡los zorros! O sea que se pueden ver cientos de estatuas de zorros durante el peregrinaje. Algunos con ojos rasgados, otros con "bufanda", con guantes, gorros o hasta capas. Y aunque suene chistoso, en realidad son ofrendas super respetuosas que les lleva la gente y los monjes, o que ya son parte fija de las figuras. Y es que Inari está relacionado con la abundancia y el éxito, con la fertilidad, el arroz y el sake, con la agricultura y la industria y más. O sea, es algo importante para los locales.
Por otro lado, al inicio del post mencioné el omikuji, o papelitos de la fortuna enrollados y atados a los templos y que se encuentran tanto en Fushimi Inari como en otros templos. Sensoji Asakusa es uno de los más importantes que hay que visitar en Tokio, siendo el templo budista más antiguo de Japón. Y ¿qué tienen que ver los papelitos con este templo?
Pues les cuento. El concepto de los omikuji es similar a las galletas de la fortuna "Chinas" (que en realidad son un invento gringo) y parecidos a los papelitos que sacan los pajaritos en México. Pero son más profundos y tienen mensajes mas elevados porque literalmente son la "lotería divina". Está cañón ¿no? Lo único malo es que, además de decirnos nuestra fortuna, también predice la mala suerte. O sea que son un volado.
Recuerdo que nosotros obviamente estuvimos interesados en ver nuestra fortuna, por lo que ofrecimos una pequeña ofrenda, y sacamos nuestra suerte. Este sitio explica muy bien todo el proceso y el significado del omikuji, y realmente recomiendo que le den una leída. Lo que no recuerdo es que nos dijo el papelinto, pero sí que yo decidí llevarla conmigo porque era algo bueno, mientras que Cinthya se la dejó encargada al templo.
Anyway, además de Fushimi Inari, visitamos diferentes templos budistas o sintoístas, que es la religión nativa de Japón, y que venera a la naturaleza y a los espíritus que viven en ella (como lo que les contaba del zorro). Y el templo de Meiji Jingu en Tokio es un gran ejemplo. Haciendo honor a las bases de esta religión, Meiji Jingu, como muchos de los templos y altares del país, está localizado en medio de un parque que parece bosque, convirtiéndose en uno mismo con este lugar.
Y hablando de bosques, no nos podíamos ir sin visitar Arashiyama, que es un bosque de bamboo donde Cinthya se creía mono y se quería trepar en todos los árboles. Obvio la convencí de que no lo hiciera para que no se la llevaran arrestada, pero ganas no le faltaron. Lo impresionante de este bosque, es la cantidad de "torres" verdes que se encuentran a los lados del camino y que no terminan.
Pero si algo me dejo impresionado, y que es una de mis vistas favoritas de Japón y del mundo mundial, sin duda son las torres tradicionales de los tempos, es decir, las pagodas. No sé porque siempre me han llamado demasiado la atención. Creo que es por su simetría y por la armonía con la que se vuelven parte del lugar donde fueron construidas.
Además, la técnica con la que son construidas, con pura madera (literal no tiene clavos ni estructuras metálicas) pero siendo resistentes a los desastres naturales (tifones y terremotos) las convierten en unos Legos espirituales gigantes. Y con eso los dejo hoy, con una muy buena postal de lo que a mí me fascina contemplar.
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