Lima y sus Peruanos

Contando Machu Picchu, llevamos recorridas 5 de las 7 maravillas del mundo moderno. Las otras son Chichen Itzá, el Coliseo Romano, la Muralla China y el Cristo de Río de Janeiro. Que yo no crea que todas esas deben ser maravillas es otra historia. Pero hoy no vengo a debatir cual de ellas (el Cristo) no debería haber sido nombrada maravilla, sino para contarles un poco del increíble viaje a Machu Picchu.

De lo mejor que hemos visitado en este mundo mundial. Sin duda.

Y para contarles de esta gran obra de ingenio humano, tengo que empezar con un poco más de detalles del viaje a Perú que hicimos el fin de año de 2019. Ya empezábamos a oír un poco de un virus extraño que se detectó en China, pero aún no afectaba al mundo entero. Y qué suerte, porque este fue nuestro último gran viaje antes del mundo con coronavirus, y del mundo sin nuestra Victoria.

Como varios fines de año, empezamos nuestro viaje visitando a nuestras familias en México para pasar con ellos Navidad, y justo el 31 de diciembre tomamos un vuelo tempranero del DF a Lima, de una ciudad elevada, con mucho tráfico y contaminación, a otra ciudad que le compite o gana en esas tres categorías. Llegamos como a las 5pm a recoger nuestro mini coche rentado, y de ahí pa'l hotel atravesando media ciudad hasta llegar a Miraflores, una zona tipo Polanco en el sur de Lima.

Como siempre, nos metimos a zonas que no eran de muy buen ver por ir siguiendo a nuestro amigo Google, pero finalmente llegamos a un hotel donde nada más bajamos nuestras petacas, Cinthya pasó al baño (como en todos los viajes), y nos fuimos de pata de perro a buscar donde pasar fin de año. Y como ya ganábamos en dólares, pues nos metimos a Larcomar, un centro comercial super nice en la orilla del risco y, mientras la mayoría de la gente estaba parada o sentada en el piso esperando los fuegos artificiales, nosotros por primera vez en la vida nos dimos el lujo de ser parte de los fifís que pasaron fin de año con su champagne, ceviche, anticuchos y demás, muy a gusto. Además de que llegamos a Larcomar como el borras. (hace mucho no hablaba de él)


Lo que pudimos observar en pocas horas que llevábamos en este gran país, es que los peruanos son como los filipinos de América. Manejan mal, la ciudad es un caos, y son medio lentos. Igualitos. Pero también son iguales en sus cosas buenas que son muchas. Por ejemplo, son extremadamente amables y les encanta la comida, además de tener un gran corazón. A diferencia de los filipinos, la su comida es una maravilla, y sobre todo estando en Perú (de hecho creo que prefiero el ceviche peruano que el mexicano).

Anyway, festejamos la llegada del 2020 con mucha fiesta, nos fuimos a dormir en cuanto empezaron a sacar a la gente de la plaza, y muy temprano en la mañana nos fuimos a Huacachina y a Paracas. Y con un poco de sueño manejamos unas tres horas en nuestro mini coche rentado para llegar a un desierto gigante alrededor de lo que era un oasis hace algunos años. Pero de ese magnífico lugar y de Machu Picchu les cuento otro día.

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