El Calafate y su glaciar
Visitar El Calafate, y en específico el glaciar Perito Moreno es una experiencia que recomiendo mucho más que ir a Europa, NY, Japón o cualquier otro destino famoso. Este también es muy conocido y súper turístico, pero no atrae hordas de gente como Paris y eso que es igual o más impresionante. Eso sí, prepárense para caminar por horas si es que lo quieren disfrutar al 100%.
Como saben, estuve trabajando en Buenos Aires unos meses y, cuando me fue a visitar Cinthya, lo utilizamos como base para visitar la región. Afortunadamente se cruzó con Semana Santa por lo que, en vez de regresar a México, aprovechamos para explorar Sudamérica un poco.
Antes de este viaje no tenía la menor idea que existía el Calafate, y mucho menos que se podía hacer una excursión sobre el glaciar. En ese momento platicando con Cinthya, comentamos que aunque hemos tenido la oportunidad de visitar lugares exóticos y lejanos, aún nos sentimos súper ignorantes de todo lo que hay que ver en el mundo. Lo sentía entonces, y lo siento ahora.
El caso es que visitamos el Calafate justo al final de la temporada turística, ya que como está tan cerca del polo sur, una vez que se acerca el otoño e invierno es imposible visitarlo y de hecho cierran la zona durante meses. Para los que tampoco conocen la geografía de esa zona, el Calafate es un pueblo cercano a la punta más alejada de Argentina y Chile (cercano a Tierra del Fuego) sin estar tan al sur como Ushuaia, o la "ciudad del fin del mundo". Para llegar a nuestro destino, volamos con Aerolíneas Argentinas, la peor línea aérea del mundo en mi experiencia, que al ser controlada por el gobierno es cara, tiene pésimo servicio al cliente y mil oportunidades de mejora. Pero mientras siga siendo subsidiada por el gobierno nunca saldrá adelante.
Anyway, llegamos al mini aeropuerto e inmediatamente sentimos el frío casi polar hasta los huesos, con todo y que llevábamos la chamarra y ropa térmica que usábamos en Boston. Nos fuimos directo al pueblo a dejar nuestras cosas en el hotel y de ahí a caminar. Como ya era medio día no podíamos hacer mucho, por lo que estuvimos chachareando un rato y buscando tours para visitar el Perito Moreno y conocer los alrededores del pueblo por la tarde.
Pasando mediodía nos fuimos a cabalgar por la Patagonia cual gauchos, paseando en unos caballos enormes y sufriendo el aire congelado en la cara. Pero el frío valió la pena. La inmensidad de la provincia de Santa Cruz, con vistas de montañas lejanas nos dejó pasmados, y ni un litro de mate nos quitó lo congelados. Lo bueno es que para calentarnos un poco por la noche, fuimos a comer un rico asado de cabrito, muy diferente a lo que acostumbramos en México, pero igual de sabroso. Eso con unas ricas cervezas Quilmes además de una copa de malbec nos dejaron muy relajados para la gran travesía del día siguiente.
Y qué travesía. La inmensidad del glaciar que baja sin detenerse por las montañas. La pared de hielo que se desprende ocasionalmente, gris por la tierra y el polvo que va acumulando mientras los trozos recién expuestos siguen siendo completamente blancos. Los ríos transparentes con fondo azul convirtiéndose en negro dependiendo de su profundidad. El aire helado que baja en la misma dirección del témpano de hielo.
Todo eso y más vivimos en una excursión que nos tomó nueve horas completar. Primero caminando por la orilla del glaciar hasta llegar a un punto donde era seguro ponernos los spikes en las botas para no resbalarnos en el hielo. Habían algunos de nuestros compañeros de tour más "aventureros", por no llamarlos de otra forma más grosera, que simplemente llevaban tenis y jeans, y que por lo mismo sufrieron de más en el camino. Aunque el tour les dio los spikes, unos tenis cualquiera no les sirvieron porque los pies se les empaparon inmediatamente por la humedad natural del hielo y por los pequeños charcos y escarcha que se formaba en el camino, además de que el metal de los spikes les cansaba la planta del pie por no llevar los zapatos correctos.
Una vez sobre el glaciar, caminamos hacia el centro del mismo hasta llegar a un lugar donde todo lo que veíamos era hielo, lagos azules y ríos subterráneos, además de montañas a lo lejos por ambos lados del glaciar. Después de varias horas de camino paramos a comer un pequeño almuerzo, con frutas y un sándwich que obviamente, y como debiera ser en cualquier lugar de este planeta, guardamos y llevamos de vuelta a un bote de basura. Y después de varias horas de camino, nuestro cuerpo ya no distinguía entre el frío y el calor por lo que, igual que Shrek, nos convertimos en cebollas que se iban quitando las capas.
Nota: Hablando de cebollas, Cinthya dice que yo soy Shrek y que ella es el burro. #elasnomenor #pequeñoyparlanchin #quotesdeshrek
En el tercer día del viaje fuimos dell Calafate hacia Chile para ver medio de cerca las Torres del Paine. O Mordor. Digo Mordor por lo alejado y por las montañas gigantes que fácilmente podrían albergar el ojo de Sauron, pero no se puede comparar por lo magnífico que es y por la calma que transmite. Nos esperaban ríos y lagos completamente transparentes, en medio de bosques que son como oasis en el desierto que es la Patagonia, así como pequeños pueblos donde paran los más aventureros y que van a escalar las altas montañas y a hacer senderismo por caminos que aún no se han trazado.
Y así de rápido se nos terminó el tiempo en el Calafate. Sin más.
Fue uno de esos viajes que nos dejaron marcados, uno que sin duda repetiría, pero que por ahora tendrá que esperar. Mientras los veo en nuestro siguiente destino Argentino, otra gran maravilla natural. Las Cascadas de Iguazú.
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