Para atardeceres... Santorini

Cinthya con Santorini de fondo y viento
Ahora sí hablemos de Santorini... y no de sus burros.

Hay un libro que habla mucho mejor que yo de esta isla, de forma más elocuente, más precisa, con mejores anécdotas, información histórica, y con un poco de acción y romance. ¡Todo un best seller! Se llama Atlantis Never Lost. De hecho no creo que sea muy vendido, ¡pero está muy bueno!, por lo que se los recomiendo mucho.

En lo que lo compran, me están leyendo a mí. Y al igual que en la Alhambra, el llegar a la isla, al menos en avión, y empezar a subir en camioneta hacia el pueblo, me decepcionó un poco. Yo esperaba las típicas vistas de las construcciones blancas con techos azules, albercas y escenas de película. En cambio, llegamos al inicio de la ciudad y parecía un pueblo desértico, con pocas cosas que ver, y sin mucha vida.

¡Pero que equivocado estaba!
Casas, terrazas y molinos en Santorini
Cupulas azules
Como siempre, nos arrancamos a caminar hacia la zona turística, y todo empezó a mejorar. Empezamos a ver tiendas de ropa (Cin se compró un par de blusas que son de las prendas más bonitas que tiene en su gran closet), fast food, de turismo, de recuerditos, más recuerditos, más recuerditos. Y por fin, ¡la caldera y sus vistas de película! O mínimo de post de Facebook.

Habíamos salido muy temprano de Londres, por lo que lo primero que hicimos fue comer. Desde el primer restaurante que visitamos en Santorini, hasta nuestra última cena en Atenas, la comida siempre fue magnífica. Todo estuvo delicioso, los jitomates parecían ser más frescos, las aceitunas con más sabor, hasta el yogurt griego, que en lo personal no me gusta, fue muy bueno. (Recuerden que en ese entonces vivíamos en Londres, por lo que los ingredientes a los que estábamos acostumbrados no eran los mejores.) Ese día en particular no recuerdo que comimos. Pero probablemente fue alguna ensalada griega con jitomate, queso feta y diferentes tipos de aceitunas, dakossouvlaki de cordero, toda acompañado con un rico pita recién salido del horno y una cervecita Alfa.

(¿Se han dado cuenta que le llamamos yogurt griego, o ensalada griega, y para ellos simplemente es ensalada o yogurt? Así pasa en muchos lugares, ¿no creen?)
Vista panorámica edificios santorini

Anyway, cosas para hacer creo que no encontramos muchas, pero sí muchos lugares que visitar. Ya sea para asombrarnos con las vistas de la caldera, para comer, tomar o simplemente relajarnos un poco. Y clarificando un poco más, al menos no hay mucho que hacer durante la temporada baja, que es cuando nosotros fuimos. Nosotros aprovechamos un fin de semana largo antes de semana santa sacando ventaja de los vuelos baratos de easyJet.

Lo que nos contaron al llegar es que mucha de la gente local abandona la isla durante el invierno y, un par de semanas antes de que empiece la temporada alta, regresan a preparar hoteles, restaurantes y demás tiendas. Sin embargo, la temporada alta se está alargando, y cuando nosotros visitamos Santorini, que en teoría tenía que estar medio vacío, ya había mucha gente para nuestra sorpresa y de la gente del pueblo. Esto es consecuencia de la gran cantidad de turistas que se trasladan por todo el mundo y, aunque pareciera bueno porque genera ingresos para todo mundo, realmente se puede volver un problema económico, social y ambiental en el mediano y largo plazo. #thanoswasright
Botes en el mar con atardecer de fondo
Playa roja en Santorini
Anyway, al final del día nos la pasamos de maravilla, simplemente paseando y absorbiendo las vistas, recorriendo a pie gran parte de la isla con el camino que la conecta junto a la carretera y comiendo como reyes. Hicimos de Fira nuestra base ya que está en el centro de la isla, y de ahí caminamos hacia Oia, donde se aprecian más los rojos y amarillos atardeceres rodeados de cientos de turistas, a Pirgos a catar los diferentes vinos locales con una vista de la caldera magnífica, y a Imerovigli y Akrotiri para tener vistas completas de la isla y del volcán.

Sobre el atardecer, es un espectáculo increíble, que desde una terraza en Oia se aprecia mejor. Hay gente que aparta un lugar en el restaurante que se encuentra junto a la terraza, otros que llegan un par de horas antes, y algunos que simplemente llegan mientras está el show natural. Lo único malo es la cantidad de gente que llega a verlo (no me quiero imaginar como se pone en verano), por lo que puede resultar un poco molesto ver tanta gente que solamente va a tomar un par de fotos pero que no disfrutan del momento. Obvio sí hay que tomar fotos, pero no hay que exagerar.

Sin ganas de irnos pero a la expectativa por conocer nuestro siguiente destino, cambiamos las vistas del mar y atardeceres por templos antiguos en Atenas. Lo que siguió igual de bueno fue la comida, incluso en el B&B donde nos quedamos. Luego les platico de eso.

Comments

Like us on Facebook