Se está formando el pulpo!

¿Quién tiene ganas de comerse un pulpo que aún se mueve y que sus tentáculos aún succionan? No se puede comer vivo porque es ilegal, ya que lo prohibieron porque de vez en cuando algún pulpo se rebelaba y acaba matando al valiente que se lo comía vivo #truestory. Pero recién cortado y con tantita sal no hay problema.

En el post de Diarrea en Corea les comenté que escribiría sobre algunas aventuras buenas y otras malas de este viaje. Les platiqué de nuestros días enfermos que no nos dejaron disfrutar completamente el viaje, pero no les conté de las cosas ricas que probamos. Y una de esas cosas ricas, o de hecho la más rica o al menos memorable, fue ese pulpo, así recién sacado de una pecera, cortado e ingerido sin más.

Fue de las experiencias más divertidas de mi vida, donde Teddy, un compañero coreano de clase de Cinthya, nos llevó al mercado de pescado de Noryangjin. Es como llevar a algún amigo extranjero al mercado de comida de Coyoacán. Es básicamente puro local y algunos cuantos turistas sorprendiéndose por todos los olores a mar, tipos de pescados y mariscos exóticos, y obviamente probando cuanto les den.

En nuestro caso, fuimos al puesto que él ha visitado por años, y donde nos atendió una seño super buena onda, que le sorprendió que nos gustara y que aguantáramos el picante local, y que nos acabo dando de comer directamente con las manos. Sí, de su mano a nuestra boca.
Enrollaba unos como taquitos de lechuga con mariscos super ricos, les ponía algunas otras plantitas o kimchi y éntrale. Pero lo mejor sin duda fue el pulpo. Primero sintiendo como se aferraba a nuestras manos mientras quería escapar, y luego sintiendo pedazos pequeños del mismo pulpo pegándose a nuestros cachetes y lengua para no ser tragado. Toda una experiencia.

Además, en ese mismo post, les había contado del soju y de sus efectos en los BBQs. Pues resulta que Teddy nos enseñó una costumbre muy local y que explica mucho porque se enfiestan tanto. El Teddy, que era nuestro anfitrión, nos sirvió un caballito de soju y, nos explicó que por respeto, nosotros teníamos que hacer lo mismo por él. Pero cada vez que le servíamos se lo tomaba completo y ni modo que lo dejáramos bebiendo solo. De hecho nos reclamó una vez que no le servimos porque era mala educación pero nosotros ya no podíamos echarnos otro trago de ese veneno.

Por suerte la botella de soju era pequeña, por lo que pudimos salir sin muchos estragos, y nos fuimos a visitar la ciudad, o al menos Cheonggyecheon, que es una avenida que transformaron en un río con parques y zonas peatonales super bonito y super largo. Creo que son unos 10km. Mientras en el DF construimos segundos pisos, allá quitan calles para transformarlas en mega parques lineales.
Anyway, así como fuimos al mercado de Seoul, también en Busan tuvimos chance de ir a Jagalchi, otro sitio con cientos de puestos de pescado fresco, donde nos atascamos de almejas, erizos y más. Lo curioso de este mercado es que está literal junto al mar, al contrario que el de Seoul o Tsukiji en Tokio (esta junto al mar pero no se ve desde el mercado), por lo da la sensación de que es un poco más auténtico. No teníamos algún anfitrión coreano que nos sirviera soju, por lo que fue menos divertido, pero eso no le quitó lo sabroso a la comida.

Finalmente, y reconociendo que no he hablado del bibimbap, del kimchi, ni de otras delicias locales cocinadas con huevo o pollo, no podíamos dejar Corea sin ir a una ceremonia de té en Gyeongbokgung, uno de los palacios reales. ¿Que tal eh? Pura realeza con nosotros, como cuando fuimos al Royal Ascott con la Queen Elizabeth (luego les cuento de eso). En realidad antes de la guerra era palacio, pero ahora ya solo es una atracción turística con museo, tipo Versailles o la Ciudad Prohibida.
El caso es que, que rico té nos sirvieron. Y las galletitas también estaban super riquis. A mi por lo general no me llaman mucho la atención, pero en esta ocasión las devoré por lo sabrosas que estaban. La ceremonia fue en una sala privada super sencilla pero con pura elegancia, con unas teteras super tradicionales, y obviamente sentados en el piso. Igual que en uno de los restaurantes más fifís que visitamos en Japón, aquí también dejamos nuestros zapatos afuera de la sala, nos dejamos consentir y nos relajamos. Así es muy buena la vida, ¿no?

Los dejo en el relax y luego les sigo contando de demás lugares que visitamos en Corea. Franja desmilitarizada, templos sobre el agua y riscos sagrados.

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